LA HORA PACTADA (ó las aventuras de un curioso pensador)


Fue ahí cuando vi formas maravillosas y mundos inimaginables...

La primera vez que subía a aquella habitación, estaba bellamente iluminada por el sol de la tarde, que desde un tragaluz, le daba un encantador aroma que invitaba a flotar por sus paredes mientras en el centro se hallaba un viejo sillón amarillo y al frente de el una persiana american cerrada, que pese a tapar un poco la luz de la tarde se podían ver como algunos rayos de sol se desprendían de entre sus anaqueles marrones.

Yo caminé lentamente hacia el sillón, descansado mi cansado cuerpo mientras extendiendo mis brazos me entregaba a la luz cerrando mis ojos mientras empezaba a elevarme hacia el techo respirando un aire tan puro que sentía como limpiaba todas mis penas, alejándose las nubes del pensamiento entrgandome a un sentimiento pleno, místico mágico.

Así estuve un largo rato mientras imaginaba las rozas y las orquídeas del jardín, del cielo tan azul y tan amor, de las pasajeras nubes de algodón y del cantar de las aves y por su puesto, se empezó a dibujar en mi mente aquel hermoso rostro que me miraba tan fijamente con aquellas brillantes pupilas que cautivaban  y arrebataban mi razón, aquellos hermosos labios humedecidos por suaves gotas de rocío que pronuncia una palabra cálida, húmeda y amorosa, en esa piel, suave, dulce, tierna, agradable. 

Los cabellos en las que cubría su rostro por las juguetonas manos del viento escondían el tesoro más grande que podría haber visto, era ella, en persona, tan seda, tan esbelta, en sus figuras podía acostarme en un sueño de mil años de la que no quería despertar. Sí, la veía acercarse caminando hacia mí con su camisa blanca y su lazo rojo nacarado, su tierna falda a cuadros y las blancas y aterciopeladas medias que cubrían sus delicadas pantorrillas rematadas en sus brillantes charoles relucientes, la veía mientras el tiempo se congelaba, la veía mientras se detenía frente a mi rostro seduciéndome con sus dulces ojos, veía como sus labios se doblaban en una perfecta circunferencia y se acercaban hacia mí. La veía, cerró sus ojos acercando más sus labios y yo...yo....solo era uno en el sol y me hacía luz mientras sentía el palpitar de sus labios y como su adorable beso secaba mis labios con la milagrosa fuente de agua que tría en su boca.

Abrí lentamente los ojos y sentia como mi cuerpo descansaba en el sillón mientras, sonriente alzaba los brazos para tomar de ella, abrazándome y hundiéndome en el cómodo cojín amarillo, por lo que quedé mirando al frente y ví entonces la persiana, vieja, polvorienta y un tanto desarreglada. Quise ignorarla al principio pero había algo ahí, la verdad yo nunca supe del porqué sentía que debía acercarme a el, pero el misterio que la rodeaba me empezó a nublar todos los pensamientos que hasta ese entonces había tenido.

¿Qué extraño secreto guardaba aquella ventana? ¿qué de mágico habría en el que inquietaba mi conciencia y mi alma? ¿cuáles serían las hermosas cosas que me encontraría al otro lado de la habitación? Eran muchas las preguntas que se podían responder con tan solo unos cuantos pasos, pero la verdad habían más cosas que me hacían quedarme recostado, seria acaso la comodidad del lugar donde me hallaba o tal vez de la belleza del paisaje la que no me permitía manipularla o descubrir sus secretos.

Muchas eran las cosas que me quedaban pendientes por preguntar y pese a que la ambientación solo invitaba a sentir, pronto empezaron a dibujarse unas cuantos fragmentos saturados en blanco, empecé a ver a esa dulce chica mientras tomaba delicadamente un baso de agua y sacia su ser al lado de mis mortales ojos, recordé su suave andar así como de las florcillas que se hallaban en un arbusto que se hallaba a su lado.

Podía ver solo líneas que me hacían distinguir algunas casas que a lo lejos se hallaban bañadas bajo el sol sobre una fresca sombra de árboles verdes que pintaban el piso de un verde claro hermoso. Empecé a ver que en su recorrido ella caminaba con una rebanada de pan que llevo a su boca sosteniendo con los dientes el delicado pañuelo del hambre, que pese a sus constantes pasos seguía firme en su boca de miel. No supe despues , fascinado por la amorosa visión que habíamos llegado hacia una pared e arbustos, fue entonces que me pare y dije unas cuantas cosas que ya no recordaba en ese momento, no sentía que mochila pesase en ese momento pero lo único que podía sentir era como su boca formaba hermosos fonemas que trinaban una invitación, unas palabras escuche sentir:

-A las tres, amor, a las tres-

Luego tomo mi mano y puso ambos brazos sobre mi cuello, jugando con mi corbato mientras yo empecé a abrazar su cintura sintiendo los botones de su falda a cuadros  sentía como se acercaba de pocos su frágil cuerpo y de repente...

Entonces mis ojos se empezaron a abrir de a pocos y algo en mi cerebro se iluminó, mi cuerpo automáticamente se incorporó lentamente y empezó a andar, mis pasos, sigilosos se acercaron un poco más al extraño pero encantador portal , los anaqueles se acercaban cada vez más mientras el polvo era visible entre los dorados rayos que salía de entre los espacios. Entonces me detuve un minuto, como si se tratase de algo peligroso me detuve, mis dedos empezaron a acariciar la persiana con las yemas suaves que habían acariciado a una diosa angelical, pronto agarre mis manos y de a pocos empecé a abrir los anaqueles y como si se tratas ede descubrir un pequeño sol, la blanca línea de luz empezó a abrirse ya iluminarse cada vez más, y más viendo solamente una cegadora luz que de a pocos empezó a formarse entre las líneas naranjadas y rojas que luego fueron aumentando hasta descubrir más colores hasta que finalmente ante mí, se ilustro una ventana, casi igual al mío, en una pared blanco que el sol daba de lleno.

Muchas más preguntas se empezarona descubrir desde que ví a quella ventana, me extrañaba un poco el porqué aquella habitación estaba tan desierta de calor humano. ¿Quién vivía ahí? ¿Qué era aquel lugar? ¿Porqué había solamente una mesa y un poco de cosas? no sabía en ese momento que hacer o que decir, mis ojos habían sido atados a ese pequeño espacio donde parecía morar algún ser, solamente podía permanecer hincado ante la ventana mientras mi respiración crecía cada vez más.

Y de repente, como si se tratase de una epifanía celestial, un torso desnudo apareció ante mi, se comenzarona a estirar aquellas juveniles y delicadas formas en un bostezo mientras cogío una larga tela transparente y se lo puso encima. Mis ojos, mi mente y mi corazón empezaron a sentir como cupido hundía cada vez más sus flechas hasta nublar mi razón de nuevo, ya no tenía cuerpo, pues solo los ojos eran los únicos que daban razón a mi existencia.

La femenina forma se empezó a soltar el cabello y se empezó a abrasar a si misma, mientras se movía delicadamente, congelando el espacio y desdoblándolo en un reflejo suave, intenté entonces mirar el rostro de aquella forma prodigiosa, no sabía nada pero parecía haber olvidado el beso que había recibido aquella tarde,no sabía si olvidar aquel contacto o si retener aquella bella imagen pero entonces la figura se dio la vuelta lentamente mientras sus cabellos danzaban al son de una ráfaga que había tocarse los brazos y el pecho...fue ahí que un haz de luz creció y una briza ingresó hacia donde estaba yo mientras is cabellos y mi faz se refrescaba y me preparaban para la revelación.

Entonces cuando abrir bien el iris marrón me di cuenta que aquella mirada, aquellos labios, aquella silueta, era ella, sí, la que me había calmado la inquietante sed con su vino de amor me miraba con una sonrisa que atrapaba mi corazón y se lo robaba, al igual que mis ojos y mis recuerdos, nuevamente ella está esperando, jugando sensible y amada con sus cabellos, el fuego me consumía el alma febril de pasón y ella se movía entre estos sentimientos, bailaba al son de una ligera canción y con sus manos se todo el rostro mientras la seductora lengua me llamaba, llamaba mi espíritu y mi pecho, veía como su se descubría la dulce piel de durazno en la transparente tela, mordiéndose un diente delicadamente como si se tratase de un cbocadod e manjar señalo un pequeño reloj que estaba en la pared de su cuarto, efectivamente, las tres habían dado. Mire ilusionado y ella, guiñandome con un ojo asentó con su cabeza. Era la hora dada, la hora pactada que señalaba el comienzo de un hermoso viaje de sensaciones inigualables,ella bebió entonces de un vaso de agua derramando el preciado líquido en su cuerpo, mi respiración se agudizó y mis latidos solo cantaba un dulce ritmo  que decía "amor".

Ella estiró su mano y con su dedo me llamó, entonces fue cunado rápidamente cerré la persiana y corrí con la camisa desdeñada y cerré las puertas de aquella estancia en la que por primera vez Rosa y yo nos encontramos embriagados de amor, de pasión y de locura. El mundo era hermoso cuando llegue a su cuarto y más lo fue cuando ella susurraba a mi oreja las letanías de su erógeno corazón de cristal que descubrí en un corazón cuando trino el más hermoso canto a la vida, que ahora era de dos, nuestra pasión ilumino su pecho, mi rostro y la habitación. Esa noche el cielo y la tierra eran otros, yo también lo era, pero la dulce Rosa siempre seguía igual tan amorosa, tan calor.


-FIN-


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